Lunes, 27 Abril 2015 10:00

La Amortización Contable

El fin último de la contabilidad es reflejar la imagen fiel de la situación económica y patrimonial de una empresa, de cara a los directivos que la gestionan, a sus accionistas, a los clientes, a sus proveedores, a sus prestamistas, o a Hacienda. En general por tanto a la sociedad en la que se desenvuelve.

 Los elementos más importantes de la compañía, sus activos, es decir, aquellos bienes que le permiten generar sus operaciones corrientes, están sujetos a la normal depreciación que sufre todo bien económico.

Por ejemplo, un camión rendirá unos servicios a la empresa durante los diez que le permita su vida útil y su tecnología. Sin embargo, durante esos diez años estará activado en el Balance por su valor de adquisición, supongamos que 90.000 €, y los servicios que se facturen con su explotación engrosarán la cuenta de resultados de la empresa, deducidos después por los costes de la operación.

Pero si nos quedásemos en dicha situación, sin tener en cuenta lo que ya reseñamos sobre su vida normal y su depreciación, no estaríamos dando una fiel imagen de la situación de la sociedad ni en el Balance ni en la cuenta de Resultados, durante los diez años que dura el camión de nuestro ejemplo.

Piense el lector que en el año nueve un inversor que estudie el Balance verá un activo de 90.000 € probablemente sin deuda alguna en contrapartida, mientras que el camión puede que tenga para entonces un valor de mercado de 10.000 €.

Por otro lado, dicho inversor estudiará una cuenta de resultados con una facturación (por los servicios del camión) que el año que viene puede que ya no se repita (porque el camión ya no pueda servir a la compañía) y que presenta un histórico de nueve años de beneficios dónde no se ha tenido en cuenta la depreciación normal de dicho camión. Así, desde luego, no estaremos ante una imagen fiel de la sociedad en el año noveno: tendremos un balance "inflado" y un histórico de beneficios netos en la cuenta de resultados también "inflado". Pues de ninguna manera se ha tenido en cuenta la realidad tecnológica de que a los diez años nuestro camión ya no funcionará desde luego como el primer año.

Para corregir esta situación cuenta la contabilidad con la técnica de la Amortización. La amortización tiene un doble efecto correctivo: en el Balance y en la Cuenta de Resultados. A nivel del Balance, la Amortización engrosa el Activo de la sociedad, con signo negativo, por lo que disminuye el valor de los activos según va pasando el tiempo. Por ejemplo, en el año nueve de nuestro ejemplo y con una amortización lineal del 10 % el activo reflejará para el camión un valor de 9.000 € (resultado de que aparecerá el camión valorado en 90.000 € con una amortización acumulada de 81.000 € también en el activo pero con signo negativo).

A nivel de la Cuenta de Resultados, la amortización disminuye el beneficio registrado cada año, por lo que en nuestro ejemplo, si en un año se dotan 9.000 € y el camión a permitido a la compañía facturar 30.000 € con unos costes de 10.000 € la imagen que se transmite en el beneficio neto es que realmente la empresa ha obtenido 11.000 € en sus operaciones, y no 20.000 €, como cabría pensar si no se tiene en cuenta la amortización, puesto que las operaciones se están realizando con un camión que, en diez años, estará probablemente obsoleto, por cuanto una correcta viabilidad de la empresa supondría dotar parte de los beneficios a comprar un nuevo camión en el año once.

En definitiva, la técnica contable de la Amortización corrige la simple contabilidad de ingresos, gastos y valores, ajustando la imagen contable a la realidad física de los bienes que componen la empresa.

 

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